martes, 14 de abril de 2009

ay de mi

este trabajo me va desesperando. pienso en irme todos los días. pero no en irme a otro trabajo, o también. más que todo pienso en ponerme de pie y decir adiós. despedirme así rápido porque necesito mirar y tocar. mirar el espacio exterior cuando el cielo es claro y los ojos no arden. tocar la puerta, tocar a la gente, tocar las cosas alrededor. sentir que formo parte del mundo en su totalidad. salir y saber que puedo hacer todo con mis manos y que puedo tener el gusto y placer de dar la mano, de hablar, de besar, de rozar y de apretar. posar mi mano sobre una pared o sobre una banca. apoyar mi espalda en el jardín del parque, estrellar mi cara contra la arena o simplemente dejarme caer en el piso y quedarme inmóvil por un largo tiempo. sin mirar el reloj, sin tener que caminar, sin sentarme y sin escuchar el llamado del deber. simplemente estar y ser tocado y modificado por el azar, por el destino, por la vida y su vaivén desordenado.
no quiero salir de noche del trabajo y sentir que todo, o casi todo, está terminando. porque la noche es fin, es oscuridad, es tiniebla, es un cierra tus ojos para dormir. aunque a veces no se haga eso, sucede que la jornada agota y por eso la noche resulta corta y no existe mucho más energía que la restante después de horas de horas sentado.
y con respecto a ti, martina mantra, no seas renegona e inconsecuente. es chévere ser observado, sobre todo cuando no haces nada pero la gente piensa que estás haciendo cosas útiles. en realidad sí haces cosas útiles, pero útiles para tí y no para el sitema productivo universal. no vas a cambiar el mundo ni la manera de pensar de tus compañeros. anda con ellos a huaringas, almuerza en fridays y anda por un postre a havana o a crepes and waffles... es deli.

1 comentario:

chica diez dijo...

pasé por aqui por primera vez, y me encantó. nos vems pronto.